Fecha: 2020-03-08

#NiUnaMás un grito que se resiste a callar

#NiUnaMás, un grito que se resiste a callar 
Ana Zulema Mejía, estudiante de Derecho  
en la universidad autónoma de Querétaro 
 
“En la manera de pedir está el dar”, “luego porque las matan”, “Esas no son formas”. Estos son algunos de los tantos comentarios que más hemos escuchado desde que el feminismo salió radicalmente a tomar las calles, pero ¿en verdad existe una manera correcta de manifestarse? ¿Cuál es el umbral de dolor soportable? ¿Cómo le explicas a un padre o a una madre que su hija salió de casa, a la escuela, al trabajo, a una fiesta y que ya no volvió; y que no conforme con eso le arrebataron la vida, su vida; a base de golpes, violencia sexual y mutilaciones ¿cómo les dices que se comporten, que guarden su ira, su dolor y sus ganas de destrozarlo todo? ¿cómo?  
 
¿En verdad no nos pone a rabiar escuchar que una pequeñita de 7 años fue raptada, violada, asesinada y desechada en una bolsa de basura? ¿No nos duele el estómago cuando escuchamos que a una joven de 25 años le arrancaron la piel? y peor aún, ¿no nos consume la idea de que mañana o cualquier día puedo ser yo, puedes ser tú, nuestra madre, nuestras hermanas, tías o sobrinas?  
 
A todo esto ¿Cuál es nuestro límite? 
 
Si estas atrocidades no son ni tope ni freno ¿Qué es lo que estamos esperando? ¿Cuándo por fin todas y todos gritaremos al mismo tiempo ¡BASTA!?  
 
Según el informe sobre violencia contra las mujeres de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, en lo que va del 2020 se han registrado 72 feminicidios en toda la República y esto muy lejos de ser solo una cifra, son 72 gritos de ayuda que nadie escuchó o quizá nadie quiso escuchar, 72 “me avisas cuando llegues a casa”, 72 “tomas las placas del taxi”, 72 “un auto me viene siguiendo”, 72 mujeres a las que les quitaron la vida por el hecho de ser eso; mujeres.  
 
Recordemos que de acuerdo al artículo 325 del Código Penal Federal son 7 las circunstancias que se toman a consideración para tipificar un delito como feminicidio, todas y cada una de ellas más agravante que la anterior. En pleno auge de la modernidad del ser humano “evolucionado e intelectual” se han tenido que describir una serie de normativas para castigar actos medievales, atroces y retrógrados. Y frente a todo esto no sabemos qué hacer o cómo actuar. Nos desesperamos los unos con los otros en opiniones divididas, hemos secularizado en lugar de unificar, nos hemos distraído de la verdadera causa y con ello hemos normalizado el odio, la impotencia y el dolor. 
 
Entonces vuelven las preguntas; ¿Por qué es insoportable el daño material a las calles y monumentos, pero por qué si es tolerable que alguien te toque en el transporte público, te golpee hasta el punto de matarte en tu propia casa, aquel lugar “seguro”? ¿porqué no causa el mismo desprecio el que en un servicio de transporte privado te desaparezca?  
 
Nos hemos desviado del verdadero significado de esta lucha y entre más nos opongamos a establecer un diálogo real e informado acerca de esta problemática social más se nos acaba el tiempo. Porque aquel 11 de Febrero quien llegó tarde a recoger a Fátima no solo fue su mamá, fuimos todas y todos nosotros como sociedad que hemos postergado el arreglar esta realidad distorsionada, no hemos querido cambiar y le fallamos a ella, a Ingrid, a Mara y tristemente a esas miles de mujeres más que hoy sus nombres se encuentran en carteles que dicen “SE BUSCA”, en dónde sus rostros están impresos en pancartas exigiendo una justicia que no les llegará; y sus padres, sus hermanas, hermanos y sus hijos jamás volverán a verlas llegar.  
 
Desgarrador, inaceptable, despreciable y nauseabundo. 
 
Es hora de fundir nuestros discursos, de estudiar los pros, los contras, de ser un equipo. La sociedad mexicana se cae a pedazos porque están matando a sus mujeres y con cada una de ellas matan un poquito más de nuestra humanidad. A todas y a todos debe dolernos que nos hagan daño y si no congeniamos con alguna idea debemos ver la forma de reestructurar o quizá complementar con acciones que vayan más a fin a lo que nuestras capacidades nos permitan hacer, pero es ya, es ahora, se los debemos a todas ellas.  
 
Y aunque a veces sea tedioso no nos tenemos que cansar, porque les aseguro que ellas no se cansaron de gritar, de forcejear, de querer huir. Pensemos en cada uno de sus rostros cuando queramos ser indiferentes ante esta ola de violencia, porque les apuesto que si la vida les hubiera alcanzado ellas jamás se hubieran rendido. 
 
Por todas ellas que ya no están, por sus familias, pero también por las que estamos hoy y nos queremos quedar.  
No permitamos que los malos ganen esta batalla, peleemos como si fuera a nosotros a los que nos están poniendo una bolsa en la cabeza, como si fueran nuestros cuerpos los que están tocando sin consentimiento, como si a nosotros nos estuvieran arrancando la piel, porque aunque en este texto sea metafórico, para ellas fue real. 
 
Honremos su memoria, pero honrémosla haciendo un cambio sustancial, no olvidemos sus nombres y llevémoslas como estandarte para que en efecto, no nos quiten a #NiUnaMás.